La idea de emigrar a otros países en los últimos tiempos ha aumentado entre los argentinos. Cansados de la continua inestabilidad económica, de la inseguridad y de la imposibilidad de poder planificar a futuro, muchos optan por radicarse en el exterior y comenzar, en algunos caso, de cero.
Si bien hay quienes toman la decisión por el deseo de conocer cómo es la vida en otros lugares, para otros es la única salida que encuentran para escapar de la realidad argentina.
Dos tucumanos decidieron emigrar en medio de la pandemia y otros dos que se fueron meses antes contaron su experiencia en diálogo con LAGACETA.Com. ¿Cuáles son los obstáculos a los que debieron enfrentarse?
Joaquín Salvatierra, de 28 años, emigró a Alemania hace cuatro meses. "Viaje en medio de la pandemia. La verdad que no tuve obstáculos más que hacer la prueba PCR. Me vine por un motivo muy particular que fue la oportunidad de dirigir musicales y generar contenidos para una banda de música", contó.
El joven, creador audiovisual y programador, explicó que al principio viajó para trabajar, pero con el paso del tiempo la idea de quedarse a vivir en ese país fue tomando fuerza. “Alemania ofrece muchísimas oportunidades laborales y se respira un ambiente de cierta tranquilidad”, dijo sobre los motivos que lo llevaron a quedarse.
“Se debe tener en cuenta que la situación cambia dependiendo a qué país de la Unión Europea vas. El tema de los papeles también es muy importante, yo cuento la ciudadanía europea que me brindó muchas facilidades. Pero, en general, he hablado con otros argentinos y sí ven un horizonte esperanzador en este lado del mundo”, completó.
La idea de volver en un futuro a su tierra no está descartada. “Nunca tuve ni he alimentado en mí mismo, aquel rechazo enérgico a vivir y a desarrollarme en Argentina. Honestamente, no me cierro a la idea. De todos modos no se puede ignorar la realidad que se vive”, reflexionó Joaquín.
Adriana Pretel tiene 40 años y se casó con un uruguayo hace cuatro meses. Junto a su esposo analizaron cuáles eran las posibilidades que ofrecían los países de origen de ambos y optaron por establecerse en Uruguay por la estabilidad económica, social y laboral que brinda. "La decisión se tomó fundamentalmente teniendo en cuenta las oportunidades laborales. Nosotros somos personas grandes y conseguir un trabajo en Tucumán es complicado", admitió.
"A las semanas de radicarme conseguí trabajo. El Gobierno es muy abierto con los extranjeros. Por ejemplo, se dictan cursos de capacitación para que los que lleguen tengan su curriculum actualizado, apoyo económico si no tienes un empleo. Conozco personas que son puestas en blanco inmediatamente porque son muy estrictos con el tema impositivo", acotó.
Contó que dejar el país de origen y alejarse de la familia tiene un costo emocional muy fuerte. Sin embargo, las circunstancias hacen que no pueda tomar otra decisión.
"Nosotros vivimos en Montevideo. El mantenerse no es barato, es más bien elevado. Pero con un sueldo de U$S1.000 se puede llevar un estilo de vida normal. Quienes tienen pensado venir tienen que tener en cuenta esto también", finalizó.
Otras historias
Martina Díaz (28) trabajaba en un banco en la provincia. Un día decidió renunciar y probar suerte en Dinamarca. “Llegué dos meses antes del inicio de la pandemia. Siempre quise vivir en otro país, pero la situación social y económica de Argentina potenciaron mis ganas”, dijo.
La crisis sanitaria no impidió que pudiera establecerse. Sus primeros trabajos fueron limpiando un hotel, casas privadas y realizando servicios de take away (comida para llevar). “Con estos empleos que no son calificados se puede vivir y progresar en Dinamarca. En mi caso ganaba más que en la entidad financiera donde trabajaba en Tucumán y logré ahorrar”, comentó aún sorprendida.
Por último, la joven sostuvo que los mayores desafíos son el idioma e insertarse laboralmente en un mercado desconocido. Por eso, recomendó a quienes tengan el anhelo de viajar que tengan en cuenta dos puntos: un manejo fluido del inglés -ya que junto al danés son los idiomas que más se hablan -, y contar con todos los papeles en regla.
Similar es la historia de David Sepel (32) que se estableció en Francia, Paris, para apostar por nuevos proyectos. "El poder crecer profesionalmente, tener estabilidad económica y la seguridad, fueron los factores determinantes para venirme", expuso.
Licenciado en Biotecnología, actualmente trabaja como ludotecario, a tiempo completo. Se encarga de la planificación, gestión y dinamización de espacios libres de juego que garanticen el desarrollo de niños, adolescentes y adultos mediante actividades lúdicas.
Su madre es tucumana y su padre francés. Desde pequeño tuvo contacto con el país del viejo continente y cuando tenía 19 años, tras un viaje tomó la decisión de establecerse. "En Argentina hay personas formidables, muy motivadas, con buenas ideas, con muchas ganas de laburar. Pero también frustradas, por diversos obstáculos encontrados en el camino", reconoció.
David reconoció que nunca tuvo dificultades para conseguir un puesto de trabajo en Francia. “La estabilidad económica, el trabajo en blanco, las numerosas ventajas que el estado da y los salarios permiten una vida digna. Uno se siente bien, seguro y tranquilo", concluyó.
Producción periodística de Nicolás Córdoba